(Inspirada en A. Casona)
A una chica adolescenteno la salían los pechos,
le daba vergüenza ir
a visitar a su médico.
Como tenía mucha fe
y era muy religiosa,
se fue a la iglesia a rezar,
para pedir al buen Dios
que le arreglara “esa cosa”.
Y venga a rezar y a rezar,
y venga a pedir y a pedir,
pero los pechos seguían
planos y sin poder salir.
Señor, mi buen Dios,
tienes que hacer un milagro,
un milagro para mí,
haz lo posible que pronto
yo los vea ya resurgir.
Y en sueños le dijo Dios,
que cogiera dos mariposas,
un ramito de azucenas
y pétalos de magnolias.
La chica buscó todo eso
y se lo puso en su pecho.
Señor, mi buen Dios,
tienes que hacer un milagro,
un milagro para mí,
un milagrito pequeño,
aunque sea muy pequeñín.
Y al cabo del poco tiempo
la crecieron los dos pechos,
blancos como una azucena,
de formas de mariposa
y con olor a magnolia.
Dios le hizo el milagro
y escuchó su petición,
no tenía ningún pecho
y ahora la chica tiene
dos pechos que son un primor,
redondos y pequeñitos,
y le dio gracias a Dios...
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