LA MULA DEL REY GASPAR


Venían tres Reyes Magos
por el desierto,
con sus tres camellos
silbándole al viento,
iban a visitar a un Niño
que las estrellas decían
que venía del mismo cielo.

Y una tormenta de polvo
les dejó casi ciegos,
pero no podían parar,
tenían que cabalgar
porque el niño del cielo
había nacido ya.

Los tres Reyes Magos se llamaban
Gaspar, Melchor y Baltasar.
Al terminar la tormenta de arena
se dieron cuenta
de que faltaba Gaspar,
pero no podían detenerse
ni tan siquiera esperar
porque la Virgen María
les esperaba con ansiedad.
¿Dónde se habría metido Gaspar?
Melchor y Baltasar
siguieron su ruta,
y una mañana al despertar
vieron que en una mula
venia al trote Gaspar.

Lo que había sucedido
es que el camello de Gaspar
se había quedado ciego
por haber comido mucha sal,
y se lo cambió a un beduino
por una mula esmirriá.

¿Y ahora que haremos?, decían
el Rey Melchor y Baltasar,
porque cuando nos vea el Niño,
esto no le va a gustar,
Él espera a tres camellos,
pero a una mula, jamás.

Ya llegaban a Belén,
la estrella se paró ya,
indicando a los tres Reyes
que en esa cueva tan fría
el Niño ha nacido ya.

La cueva estaba helada,
hacia un frío infernal,
en la cueva había un buey
para al Niño calentar.

Los dos camellos
del Rey Melchor y Baltasar,
se quedaron fuera a pastar,
y aquella mula de Gaspar
le daba calor al Niño
y la Virgen se puso a llorar,
porque el Niño tenia frío
y la mula le calentaba de verdad.

Aquel Niño angelical,
que había venido del cielo,
sonreía a los tres Reyes,
José le cambia el pañal,
mientras la Virgen María
le acuna y le da de mamar.

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